A Caballo por la Historia

Era una mezcla de esclavos huidos de sus amos, españoles y portugueses perseguidos por la justicia, guaraníes sobrevivientes a la destrucción del sistema jesuítico misionero. Vivía de manera nómada, ya que la abundancia de carne le aseguraba el alimento. Personaje de vida ecuestre y libertad irrenunciable, ágil y resistente, mezclaba en su lenguaje el castellano antiguo con voces indias y africanas.

Durante las guerras de independencia, el gaucho se convirtió en soldado aguerrido, reconocido por su valentía, hospitalidad y lealtad, pero también por su coraje y desprecio por la autoridad. Acompañó luego las largas luchas de los partidos políticos. Hacia fines del XIX, con la consolidación de la propiedad privada y el alambrado de los campos, su estilo de vida fue paulatinamente acorralado. Aquel que no se adaptaba era perseguido como fugitivo: la moneda, signo de la riqueza y la productividad, lo derrotaba.

Sin embargo, su cultura triunfó, impregnando la campaña y convirtiéndolo en figura identitaria y nacional. El gaucho pasó a simbolizar coraje, audacia y libertad. Sus usos y costumbres, celebradas en todas las fiestas tradicionales del país, se convirtieron en escenarios en las que se exhibieron sus mejores “pilchas”, sus artes manuales, su experto manejo del ganado y de sus inseparables caballos. Las monedas, antes esquivas, pasaron a adornar sus cintos de gala.